martes, 20 de enero de 2015

Fría noche de Enero

Escribo mientras camino. Las mejores ideas en las esquinas menos sospechadas, tan fugaces como el propio pensamiento, de vuelta a algún lugar desconocido. 
Me taladro la cabeza antes de teclear cualquier chorrada (que el corrector automático intenta corregirme como chorreada - que tal vez tenga razón), para luego, mirar insatisfecho el resultado. Aunque ya vendrá, me digo. Que esto de hacerlo día tras día sólo llevará a perfeccionarlo, como aquel que le pega cien puños a un tronco para endurecer las manos, uno persiste, en busca de un objetivo, que seguramente, o desde el mismo principio, jamás ha existido. Porque lo importante no es llegar sino hacer el trayecto. 

Viajar, hay que viajar. Tanto como se pueda. Hasta donde se pueda. Donde no entiendas nada, ni sepas cómo pedir un vaso de agua. Que para entenderte con el otro, os echéis unas risas, que si el quiere, y con mucho gusto, prolongará un poco más. Dormir a la intemperie, bajo las estrellas, atemorizado por unas ardillas que han pisado una hoja. 

Despertarte con la brisa matutina, los primeros rayos de Sol. 

Caminar 14 kilómetros por carreteras desconocidas, mientras una bruma te atrapa, y tu única brújula es el beat que esperas escuchar. Ver un gnomo la noche anterior, o una rata gigante, mientras escalofríos te recorren y tenéis que volver sobre vuestros pasos, porque la carretera no sigue. Y hay un pequeño parque para niños, con un tobogán y un columpio. Algunos neumáticos. 

En cuanto pueda, me quiero ir a Rusia. Pasar por Lituania, Letonia, Estonia. Un pequeño salto a Polonia, puede que Rumanía y terminar en Croacia. Sé que algún día lo haré. A ver si puede ser este verano.

- ¿Qué hacemos este fin de semana? - 
- Si hay que hacer 1000 kilómetros en 24 horas, hagámoslos. Por algo somos jóvenes, ¿no? - 
- Aunque sólo sea para tres horas bailando - 
- Aunque sólo sea para tres horas bailando - 

Y las excusas, puntos de vista, argumentos, desesperación, volvieron a surgir por riesgos que aún no se han corrido. Si hay que morir despeñándose por un precipicio, pues mira, al menos te llevas la experiencia de volar. 

Ravi Shankar acaba de hacerme desaparecer por un instante, hasta se me ha olvidado que tenía piernas. 

Hoy me cruzado de nuevo con una frase que me encanta "hay que follarse a las mentes"

No sé qué tiene, o sí, que me parece sublimar un concepto, una naturaleza, casi, que hoy en día se deshace en "Me gustas", Candy Crush, o Charlie. En vez de hacer, o incluso ser, mejores generaciones, volvemos a caer en la espiral, incapaces de mirar más allá de nuestra nariz o escuchar al de al lado. Buenos días al vecino. 

Se contagia, te lo aseguro. Sí, porque no me quiero creer, ni jamás me creeré, que si le sonríes a alguien, día tras día, acabe dándote un puñetazo. A mí todavía no me lo han dado (en esa circunstancia).

Y así, de repente : 

"El frío dominaba la noche, tenaz, acariciando hasta la última de las bocanadas de aire. Los coches se cubrían de diamantes, relucientes a las farolas. No llovía, sin embargo, el viento comenzaba a levantarse. El cielo estaba despejado, como de costumbre, y las estrellas brillaban, presentes. 

Las calles estaban desiertas, excepto por algunos guardias nocturnos que se paseaban, con su chaleco reflectante, junto a bidones con fuego, para hacer correr la sangre, imaginaba. Sus pasos resonaban en el gélido silencio de aquella noche..."

















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