lunes, 12 de enero de 2015

I

Me ha costado. Tres cervezas, una canción llamada Mama India (The Revolution), humo, dos piernas inquietas a más no poder (sabes, cundo empiezas a mover tus piernas sin ningún tipo de razón, cuando en realidad está ahí, dentro en lo profundo, sólo hay que mirar un poco más) y ¿mucho valor? Bueno, al menos es un paso. Sí, llevo tres semanas, si no me equivoco, con la promesa en el corazón ansiosa por salir, y sin embargo, muchas de estas noches que han pasado, lo único que he hecho es tener esta página delante, y no saber qué escribir. Mientras miles de pensamientos, e ideas recorrían mi cabeza. Jugaba a entretenerme con ellas, intenta pulirlas, hacerlas más hermosas, o más perfectas. Ingenuo. Porque a la mañana siguiente, más de la mitad se habían perdido en el pasado. Tocaba irse a trabajar. Fin de la historia. 

Así, me he aferrado como sólo lo había hecho pasiones en mi vida, a un recuerdo. A lo que pasó justo antes, y a partir del momento, en que le dije a aquel compañero, guía... Esa persona que te dice cosas que en cierto modo son un desafío y halagan a la vez, que hacen palabras tus propios pensamientos sobre cosas que deberías hacer, o has estado planteándote años llevar a cabo. Una noche sucede, lo prometes. Y miras a los ojos, con el corazón, sin ninguna razón más que la confianza, y asientes, estrechas la mano, o abrazas, pero sabes que a partir de ese momento, has de cumplir. Y cumplirás con una sonrisa, asintiendo en el silencio de tu apartamento, mientras piensas que esa persona estará leyendo esto. 

A cabo de pensar en borrar todo lo anterior. No tiene sentido. Una vez que "te has puesto", estás ahí, no puedes echarte atrás, la realidad no sabe de control Z y esas cosas. 

En fin, lo que decía - ¿Por qué lo quiero plasmar? ¿Acaso no querríamos a veces, volver a experimentar esos momentos tan mágicos? Personalmente, sí. Sólo que probablemente, me volvería adicto. 

Todo era sobre salir de donde estaba. Hambre. Hambre de algo diferente, de cultura, conversaciones, algo que fuera, siendo lo más trivial del mundo, un poco más allá. Que te empujara a vivir y cuestionar. 

OUARZAZATE - 21/12/2014

05:43 - Llego al aeropuerto, porque la noche anterior me puse ciego, salí con unos amigos, me crucé con otros, dije que me quedaría despierto, y claro, demasiado alcohol, acabé durmiendo. 
Con las prisas y todo, ruego a la señorita de Royal Air Maroc, y lo intenta (la verdad es que se portó - puede que porque la conozca de otras veces, cuando a los actores se les pierde el equipaje. Menuda pesadilla, aunque eso es otra historia). Total, que llama a su compañera, insiste, y nada, demasiado tarde, el avión despegaba a las 06:10. Tenía que haberme quedado despierto. O haberme ido a dormir temprano. 
Además, había una amiga rusa en casa y bueno, queramos que no, siempre he tenido la fantasía de acostarme con una mujer rusa. No sé, las mujeres del Este, me atraen, debe ser algo... Si, ya sé, pero os lo cuento otro día. 
Me vuelvo. A todo esto, el coche lo conducía el segurata del Hotel donde tenemos al equipo y esas cosas. Hamza, un buen tipo. Es divertido charlar con él. ¿Qué hacer, qué hacer, qué hacer? Vale, taxi. 
Sí, la única opción. Tenía que llegar a Tánger. Total, acabo pagando medio taxi para ir a Marrakech, porque a esas horas, un Domingo, ni hay ni Dios (nunca mejor dicho, pero ninguno, ni Alá, ni Dios el mismo, ni Elohim, ni... vale). Me dormí. Me gustó cuando el Sol me daba en la cara en lo alto de la montaña, bonitas vistas también. El  Paso del Tichka lo llaman (en realidad es sólo Tichka, pero así suena más épico). Y Tichka, significa perdido, o te vas a perder, o algo así en bereber. 

En fin, Marrakech, y ocho horas después, o no sé cuántas : Tánger. Alivio. Las 22:00, lo había conseguido, por fin iba a iniciar ese viaje que continuaría enseñándome tantas cosas, y sobre todo, me haría empezar todo esto. 

Veo a Mamá, a mi Hermano, que hacía que no los veía, a mi madre desde Julio, al otro, desde hacía poco, un fin de semana, lo secuestré. Mucho reír y beber. Ver a un par de colegas, y punto. Al día siguiente, tocaba cruzar. 

TÁNGER - CRUZANDO A TARIFA - 22/12/2014

Estamos en el barco, mi madre y yo, deben ser como las 15h00 más o menos, y después de todo el correr para pillar el barco, porque como de costumbre, llegábamos tarde (sí, es cosa de familia, creo). Total, ahí estoy hablando con mi madre y mirando un poco hacia la nada cuando me giro y veo a Laura. ¡Hacía tiempo! ¡Qué alegría! Y el barco empezó a balancearse. La gente empezó a marearse, mi madre y Laura incluidas. Total, que salimos fuera, a echar un cigarrillo, y sí, sí que se movía el barco. Había una señorita vomitando en una bolsa con su hermana pequeña consolándola. Qué curioso me resulta siempre el hecho de que los más jóvenes acaben cuidando de los mayores, pero bueno, debe ser de eso de ley de vida. Un viaje gracioso. Y la verdad es que a parte de lo de Laura, lo que más me sorprendió, fue que no me mareé. También es verdad que una vez, eché las tripas. 
-Feliz Navidad, año nuevo y nos vemos- 
Taxi. Tickets. Tarifa. Sevilla. Vamos a andar. La verdad, es que no sé por qué, pero siempre he dicho que no me gustaba Sevilla. También es cierto que después de esta última vez, puede que las cosas hayan cambiado. Puede que ya no sea tan prejuicioso. 
Sevilla. A saber qué hora era. Llegamos a la Calle San Eloy, llamamos al timbre del apart-hotel donde solemos alojarnos, y nadie responde. Una segunda vez, nada. Mi madre y yo nos miramos. 
- Habrá que buscar un Hostal - Y ahí estaba, justo al lado. Hostal Zahira. La verdad es que a mi madre no le convencía, pero es que en realidad, qué más da, sólo duermes ahí, el resto del tiempo y del día, los pasas fuera. Total, subimos, habitación 123 (mi hermano llegaba en un par de días, el 24). Dejamos las cosas, mi madre se acaba durmiendo, apenas comemos un poquito, y me da por salir a dar una vuelta. Tomar una cerveza, que ahí puedes salir y disfrutar un poco, aunque sea, de conversaciones fugaces. El alcohol, la noche, lo que queramos, ¿pero acaso no es hermoso cómo te acabas enredando en una trascendencia que eventualmente, surge? Contrastes incluidos. Recordaba la Calle Betis, ahí es donde una vez me llevaron unos amigos que conocí en Marbella, a los dieciséis. Empiezo a andar y acabo en Plaza de Armas, cruzo el puente blanco con cubiertas, llego al otro lado y empiezo a caminar, en vez de siguiendo el río, por las calles. Me pierdo por Triana (si no me equivoco). Me encuentro a un chaval, tendría mi edad, más o menos, en la puerta de una pequeña iglesia de barrio, fumándose un canuto y disfrutando del silencio. Se sorprende de lo lejos que estoy (aunque siempre he pensado que en Sevilla se tiende a exagerar en las distancias. Una vez me dijeron que un bar estaba lejísimos, y sólo estaba a 15 minutos andando)

Me indica, retomo el camino, y llego, después de dudar un par de veces si izquierda o derecha, y hasta haber tenido la tentación de haber entrado en uno de aquellos bares raros, de camino al lugar donde otra historia empezaría. Había cenado con mi madre un poco en un italiano, y como últimamente he estado probando el vino, llevaba dos copas, y quería una tercera, porque si no sería un Gin. 

Entro, hay unas 7 personas, y el barman. Dos chicas en la barra. Otras sentadas, un borrachuzo y un grupo de chavales. Estaban hablando con el barman, las dos chicas. Sinceramente, no quería interrumpir, estaban en una conversación más que iniciada. 
Entonces, él se giró hacia mí - Un vaso de vino - Negó con la cabeza, mientras sonreía y una de las chicas se giraba hacia mí para decirme - ¡No son horas de beber vino, ahora toca una buena copa! - Claudia, como la mujer de Pontius Pilate, no podía decirle que no. 

(Y me voy a dormir que mañana toca trabajar)














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